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8 trastornos alimenticios que no conocías
Hoy en día el deseo de lucir una escultural figura influye en muchas personas a someterse a estrictas dietas, que, si no son debidamente orientadas y controladas, podría generar severas consecuencias de orden alimenticio en la salud física y mental. La anorexia y la bulimia son los más conocidos.
Muchas veces el origen de este desorden alimenticio son el resultado de depresiones, baja autoestima, estrés y malos hábitos alimenticios. También son influenciados por las comidas de moda, la publicidad, o complejos físicos corporales.
En ambos casos está presente la depresión y preocupación por verse atractivos, siendo su cuerpo un impedimento para sentirse bien; con la creencia que solo manteniendo una figura delgada se sentirán agradables a la vista de los demás. Esto suele darse en todo contexto social.
Existen otros trastornos alimenticios a parte de la anorexia y la bulimia a los que hay que prestar especial atención:
- Ortorexia: obsesión por una dieta, al extremo de controlar exhaustivamente todo lo que vas a consumir.
- Vigorexia: se da sobre todo en varones, tienen una visión distorsionada de ellos mismos, se ven débiles, realizan actividad física extrema y abusan de los suplementos proteicos.
- Potomanía: consumo excesivo de grandes cantidades de agua para provocarse llenura y así evitar comer.
- Pica: se da sobre todo en aquellos niños que en vez de alimentos tienen deseos irresistibles de comer tierra, tiza, yeso, papel o cenizas de cigarrillo.
- Permanexia: personas que piensan que todo lo que comen engorda.
- Pregorexia: se da en mujeres en estado de gestación que se obsesionan por no subir de peso, evitando determinadas comidas y realizando ejercicios físicos, que pueden significar un riesgo para su salud y la de su bebé.
- Manorexia: versión masculina de la anorexia; sobre todo en personas que se dedican a la industria de la moda.
- Drunkorexia: muy de moda entre los jóvenes, que dejan de comer para contrarrestar el efecto calórico del alcohol que ingieren en sus reuniones sociales.
Las personas que padecen estas enfermedades deben ser conscientes del problema que les aqueja y buscar ayuda especializada. El apoyo y la comprensión de la familia, del entorno social y profesional, ayudarán a la persona en su tratamiento.